Servicio descansado
Domingo
22
Con
Jesús por la mañana. «Creer
apasionadamente en el prójimo y preferir ser engañado una vez por él a pasarnos
toda la vida desconfiando de todos. Amar sin preguntarse si nos lo agradecerán.
Estar seguros de que, a la larga, incluso en este mundo, el amor acaba
funcionando y también nos querrán más de lo que merezcamos. Sonreír, aunque no
se tengan ganas. Sonreír, sobre todo, si un día se debe decir algo amargo. Dar
tiempo al tiempo, sabiendo que las frutas maduran lentamente. Dedicarse más a
los problemas del prójimo que a los propios. Así se curarán o mitigarán los
dos» (José Luis Martín Descalzo). Deja que estas palabras resuenen en tu
corazón y reflexiona ¿Qué te dicen a ti? Ofrece tu día por las intenciones del
Papa.
Con
Jesús por la tarde. «Un
trecho más adelante vio a otros dos hermanos -Santiago de Zebedeo y Juan, su
hermano- en la barca con su padre Zebedeo, arreglando las redes. Los llamó, y
ellos inmediatamente dejando la barca y a su padre le siguieron» (Mt 4, 21-22).
Abandona rencores. Olvida viejas rencillas. Quita los resentimientos de tu
corazón. ¡Abre el corazón a la vida! Repite al ritmo de tu respiración «Señor,
hazme descubrir la riqueza que tiene estar vivo» mientras continúas poniendo en
práctica el propósito del día.
Con
Jesús por la noche. Repasa
y cierra tu semana. ¿Qué situaciones te han dejado paz y cuáles no? ¿Qué te
hubiera gustado que fuera diferente? ¿Qué bien has podido hacer y qué daño has
ocasionado?
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