Un mundo sufriente




Con Jesús por la mañana.  Un mundo sufriente.  Dios nos quiere felices, libres, plenos. Su deseo es que todas las personas vivamos en libertad y desarrollemos todo nuestro potencial. Pero ese deseo de Dios tiene obstáculos en este mundo que nosotros mismos ponemos. Nuestro mundo sufre, las personas padecen daño, violencia, maltrato, explotación. El dolor de muchos se nos hace patente y cercano. El deseo de poder, de dinero, de figuración, de manipulación de unos sobre otros muchas veces no encuentra límite ni aún en la muerte que provoca. Ofrezco mi día por las intenciones del Papa. ¿Cuántas vidas inocentes se cobran el mal y la injusticia en el mundo? ¿Qué sentimientos me despierta el mal en el mundo?

Con Jesús durante el día.  «Viendo a la multitud, se conmovió por ellos, porque estaban maltratados y abatidos, como ovejas sin pastor» (Mt 9, 36). No participaré en ninguna situación que alimente daño, crítica, dolor, enemistad a mi alrededor. Si es prudente tendré una palabra de amor y compasión para sembrar paz y perdón.

Con Jesús por la noche.  Agradezco a Jesús el día vivido. ¿Reconozco el daño y el dolor del mundo, incluso el cercano a mí? ¿Pude suavizar situaciones de sufrimiento o conflicto e incluso evitarlo? Pido perdón. Mañana no alimentaré el daño y el conflicto. Pido para que cese el sufrimiento ocasionado por la marginación de los pueblos indígenas.

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