Misericordia quiero, no sacrificios
Jueves 7 de julio
Con Jesús por la mañana.
Misericordia quiero. Infinitamente más grande que todo el sufrimiento del mundo y que todos
los pecados, es la ternura de Dios. Nada, absolutamente nada, hará que Dios nos
ame menos. Él es misericordia y sólo puede amarnos con locura. Dios perdona
siempre, mucho y con ganas. Ese amor se reconoce en que Dios nos sostiene con
vida, nos regala innumerables situaciones de sentirnos amados y queridos por
tantas personas, en cada gesto y detalle de belleza y bien que tiene nuestra
vida. Dios perdona y nos cura de las dolencias que anidan en el corazón.
Ofrezco mi día por las intenciones del Papa. ¿De qué quiero pedir perdón a
Dios? ¿Qué culpa arrastro de la que quiero liberar el corazón?
Con Jesús durante el día. «Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien a
los leprosos, expulsen a los demonios» (Mt 10, 8). ¡Detente un momento y
piensa! ¿Qué te aprisiona el corazón? Perdonaré si me han ofendido y pediré
perdón si dañé a alguien.
Con Jesús por la noche. Al cerrar el día me detendré con atención en agradecer a
Dios por el don de la vida y por todo lo vivido hoy, por su locura de amor y su
perdón. ¿He podido concretar mis propósitos de dar y pedir perdón? A partir de
mañana pediré y daré perdón con el estilo de Jesús. Pido para que los pueblos
indígenas sientan la misericordia de Dios a través de la aceptación de sus
hermanos de culturas diferentes.
Comentarios