9.
Nadie
es total o suficientemente coherente en su vida. Todos de
algún modo contradecimos lo que decimos con lo que hacemos. Pero debemos tener
cuidado de no confundir la hipocresía con la limitación humana. El hipócrita engaña a los demás simulando ser quien
no es, mientas que el hombre que quiere ser sincero consigo mismo y con los
demás, cuando se da cuenta del error, busca la manera de enmendar la actitud. La diferencia cualitativa estriba
en que mientras el hipócrita no tiene intención de cambiar, porque
le basta con engañar, el que es sincero consigo mismo no se oculta a sí mismo
sus equivocaciones, sino que por el contrario se alegra de reconocer sus errores
y cambiar para vivir en la verdad. Jesús fue sumamente misericordioso con los
pecadores porque veía en ellos intención de cambiar de actitud, pero fue
tremendamente duro con el hipócrita que justificaba sus acciones con la ley y
el servicio a Dios.
P.
Javier Rojas, sj
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