Eva volvió su mirada sobre sí misma, se perdió en
discusiones sobre las palabras de Dios, y se distanció de Dios. María no conoce
este género de insinceridad. Permanece auténtica ante Dios: se considera a sí
misma, y con toda verdad, como la obra de su amor. Perfecto espejo que se
presenta ante la luz para dejar que en él se refleje; así vive ella del
reconocimiento de los dones de Dios. Inmaculada la llamamos, y es ella la mujer
que desbarata los esfuerzos de Satanás por conseguir que volvamos la vista
hacia nosotros mismos y nos despreocupemos de Dios.
Jean Laplace sj
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