Ser buenas
personas, cristianos verdaderos no es cosa fácil ni sencilla. Seguir a Cristo
implica, en la mayoría de los casos, luchar contra el mal en todas sus formas. Enfrentarnos
contra el mal que nos amenaza desde afuera, pero sobre todo luchar contra el
mal que vive en nuestro interior y que pugna por vencer y arrastrarnos a sus
tinieblas…Cada día de nuestras vidas se libran ese tipo de batallas en nuestro
corazón: hacer el bien o decidirnos por el mal.
Ignacio
también nos dice que el enemigo puede tomar distintas formas. Presentarse como “ángel
de luz”, para engañarnos y someternos; u hostigarnos con razones aparentes y
mentiras.
La “soberbia
espiritual” es acaso una de las más peligrosas armas que utiliza el mal
espíritu para someternos. De allí, la atenta vigilancia sobre nuestros actos, y
la oración constante, sincera y persistente…
Somos tan
débiles e imperfectos que ser “buenas personas” aunque sea la meta, implica
trabajo sostenido, mucha fe y la súplica de la gracia…
Las
tentaciones son muchas y variadas, pero tenemos a nuestro alcance “ la espada
del Espíritu, o sea la palabra de Dios” (Ef 6,17).
Ánimo para
ustedes y para mí. No estamos solos. Dios no lleva de la mano. No la soltemos…Él
jamás nos abandona.
@Ale
Vallina
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