Antes de actuar… mira, atiende, escucha, comprueba, evalúa,
distánciate, confirma y sólo después toma una decisión… no te dejes llevar por
lo primero que escuchas o ves, o por tus primeras impresiones. Lo que sucede a
tu alrededor, lo que hacen o dicen los demás no tiene que ver contigo
necesariamente. En ocasiones vivimos como Don Quijote, construyendo nuestros
propios enemigos para luego pelearnos con ellos. Conoce tus pensamientos,
examina tus sentimientos, evalúa tus reacciones. No vivas con ideas prestadas o
sentimientos ajenos. Cuida tu corazón y no dejes que aniden en él los fantasmas
de tus propias fantasías. ¿Cómo hacerlo? Primero, reconociendo que las
cualidades con las que hemos nutrido a “nuestro enemigo” son características
que nosotros mismos hemos puestos. No resulta ser tan “fuerte”, “temible”, “poderoso”
como lo hemos imaginado. Esas cualidades sólo existen en nuestra mente y no en
la realidad. Segundo, tomando conciencia que con el flujo de nuestros
pensamientos se tejen toda clase de fantasías que llegan a ser tan fuertes que
parecen reales cuando en la realidad no existen. Nuestra capacidad de generar
escenas y situaciones catastróficas es increíble, pero nada de eso es verdad.
En este sentido, nosotros mismo elegimos cómo y cuándo sufrir. Y tercero, cada
vez que quieras convertir en enemigo a alguien, piensa primero si ese enemigo
no eres tú mismo. Es muy frecuente que visualicemos en algunas personas
aquellas cosas que nos resultan desagradables en nosotros mismo, y en lugar de
vencernos a nosotros mismos, construimos enemigos imaginarios para poder
entablar una lucha que nunca acaba. Cuando
percibas que “algo” en alguna persona te resulta desagradable, antes de actuar
conforme a tus primeros impulso…conoce tus pensamientos, examina tus
sentimientos y evalúa tus reacciones. Tal vez lo primero que tengas que
conquistar sea ti mismo.
P. Javier Rojas, sj
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