Señor, mi Dios, quiero ser como un niño. A veces no sé bien lo que eso significa, pero me pongo en tus manos, me abandono.
Consuélame en mis heridas, anímame
en mis cansancios, envíame a los heridos
y cansados para que yo sea tu ungüento y
tu fuerza en medio del mundo necesitado.
Francisco Jiménez Buendía
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