« ¿Qué debemos hacer entonces?»


« En tiempo de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan hijo de Zacarías, en el desierto.  Entonces él anduvo por toda la región alrededor del Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados.  Las multitudes le preguntaban diciendo: --Pues, ¿qué haremos?   Respondiendo les decía: --El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene comida haga lo mismo.  12 También fueron unos publicanos para ser bautizados y le preguntaron: --Maestro, ¿qué haremos?  Él les decía: --No cobréis más de lo que os está ordenado.  También unos soldados le preguntaban diciendo: --Y nosotros, ¿qué haremos? Él les dijo: --No hagáis extorsión ni denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestros salarios.  Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos especulaban en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo,   Juan respondió a todos, diciendo: --Yo, a la verdad, os bautizo en agua. Pero viene el que es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado. Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego.  Su aventador está en su mano para limpiar su era y juntar el trigo en su granero, pero quemará la paja en el fuego que nunca se apagará.  Así que, exhortando con estas y otras muchas cosas, anunciaba las buenas nuevas al pueblo.»

                    Lc 3, 2-3. 10-18
               
               

Cada vez que conversamos sobre los tiempos que acontecen, ya sean del ámbito económico, político o social, solemos escuchar la misma frase: « ¿A dónde vamos a ir así?» o  «¡Está fea la situación!». Es cierto, estamos atravesando tiempos muy difíciles. Son tiempos de crisis en muchos ámbitos. Crisis de las instituciones, de los valores, de las grandes ideologías... Crisis en las relaciones de pareja, laborales, en lo afectivo.
Pero no podemos quedarnos eternizados en los malos momentos. Creo que podemos tomar estos tiempos difíciles como verdaderas oportunidades para revisar aquello que incuestionablemente aceptamos como verdad, y nunca nos atrevimos a reflexionar seria y razonablemente.
¿Con qué nos encontramos hoy? Con que “la vida color de rosa” no existe. La vida tiene muchos matices y no por ello deja de ser menos bella. Aquel sueño de “contigo pan y cebolla” no dura para siempre. Necesitamos alimentar nuestras relaciones con cosas profundas. No podemos quedarnos navegando en la superficialidad. Es preciso ahondar y sentar bases profundas en nuestras relaciones. La famosa frase “hay que estudiar para ser alguien el día de mañana” es la más ridícula de todas. A veces, ni siquiera podemos con el presente… como para encima estar pensando en el futuro. Sobre todo resulta sumamente humillante comprobar que sobre la propia vida, hay  dos o tres proyectos ajenos que se nos exigen se concreten. Es muy difícil para un hijo lidiar a veces con los sueños de los padres.
Cuando comprobamos que los sueños en realidad son fantasías infantiles llegamos a la conclusión de que «está fea la situación». Y ello tal vez se deba a que hemos querido vivir “cuentos de hadas”. Una vida verdadera tiene que cimentarse en la realidad. Sólo con los pies firmes en el suelo es posible edificar algo duradero…
El pueblo de Israel vivió algo muy parecido en el ámbito de su vida de fe. La presencia de Juan el Bautista les trajo una nueva perspectiva, más realista, para renovar sus vidas.
Su fe, sus prácticas religiosas, sus instituciones, sus vínculos estaban siendo presas de la corrosión de la rutina y de la formalidad. Ante la predicación de Juan, las personas preguntan: « ¿Qué debemos hacer entonces?»
 En esta pregunta se hacen eco nuestros propios cuestionamientos. ¿Qué debemos hacer para ser mejores personas? ¿Qué debemos hacer para crecer como pareja y familia? ¿Qué debemos hacer para entendernos mejor? ¿Qué debemos hacer para vivir mejor? ¿Qué debemos hacer para ser felices?
Juan contesta « El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene comida haga lo mismo ». Lo primero es saber que en el mundo no estoy solo. Que los demás necesitan de lo que yo tengo y yo necesito de ellos. Que compartiendo se derriban barreras y se construyen puentes. Compartir un café, una cerveza, una charla, una película, una conversación, un momento juntos… es una buena oportunidad para comenzar a afrontar las crisis que podemos tener.
A los publicanos que preguntan “¿Qué debemos hacer?”, Juan les responde «No exijan más de lo estipulado». En esto hay otra gran verdad. No exijas más de la cuenta a los demás, no tenses la cuerda porque se puede cortar. No proyectes tus neurosis, tu perfeccionismo, tus exigencias en los demás.
Vivir con menos no es mediocridad y por el contrario a veces la avaricia se disfraza de exigencia. ¿Cuántas relaciones y vínculos se pierden o se quiebran por la exigencia de uno hacia el otro? En la pareja, con los hijos, entre los amigos, en el trabajo. El otro no está hecho por Dios para que cumpla  la medida de mis propios deseos;  sino para que sea un compañero y un hermano a quien tenga que aprender a amar y a ayudar a superarse.
Y cuando los soldados preguntaron a Juan «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» les respondió «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo». La mentira, la extorsión, la corrupción destruye cualquier vínculo o institución. La mentira disfrazada de muchas maneras destruye la confianza por completo, la extorsión viola la libertad del otro y destruye su integridad.
Las falsas denuncias se pueden entender como esa “simpática” costumbre de hablar de los demás sin conocer la verdad. Cuando una persona se ocupa de la vida de los otros es porque poco interés tiene por la suya. Cuando dos amigos/as tienen por hobbie hablar mal de los demás, es porque entre ellos, en verdad, no hay nada lo suficientemente importante como para compartir.
La cercanía del nacimiento de Jesús debe disponernos a mirar nuestra propia realidad personal y familiar y preguntarnos « ¿Qué debemos hacer entonces?» para seguir construyendo la vida sobre la base firme de la fe, el amor y la solidaridad.
P. Javier  Rojas sj
                

Comentarios