Señor: dame el don del silencio. El
don de saber oírte a Ti y de poder auscultarme a mi.
De poder detectar tu Voluntad y de
saber hallar mi debilidad peligrosa. De penetrar perdón, de abrirme a tus
misterios y de librarme de este otro misterio de mi pecado.
Hazme hallar, Señor, ese silencio de
plenitud, que es la Palabra tuya, la que debe ser oída en eterno silencio.
Hazme andar al unísono con Ella. Hazme sentir con su propio latido.
Haz, Señor, que con tu Verdad y tu
Amor me compenetre. Dame de tu silencio, Oh Dios; ábreme los oídos interiores
para que te metas Tu por toda mi alma, para que en esa invasión sea yo libre, y
en tu Luz se me apaguen todas las voces del exterior.
Señor, si me das el silencio me
conoceré y te conoceré... y yo quisiera que fuese así, Señor, porque quisiera
comenzar a ser, de veras hijo tuyo...
Amén.
Santiago Bengoechea.
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