Me sorprende profundamente encontrar gente que en el ámbito de la iglesia, veladamente o no, se manifiesta casi perteneciente a una elite de elegidos del Señor, casi santos, los seguidores “perfectos” de Jesús, los que abren y cierran las puertas del Reino…Subidos a pedestales fabricados por ellos mismos se consideran más cerca del Señor que los otros hermanos. Y apuntan con el dedo a los que hacen las cosas mal, juzgan si el compromiso de los demás es el correcto de acuerdo a sus criterios, y así desdeñan los que según ellos no son buenos cristianos. Se olvidan del Jesús que vino a atender a los enfermos, no a los sanos. Y del Jesús que sale al encuentro de la oveja perdida, una y mil veces…por amor…
Es que acaso no reconocen que todos somos pecadores, y que el que está libre de pecados, sólo él, puede tirar la primera piedra? O sea: nadie.
Todos vamos al Señor, como podemos y con lo que tenemos en nuestros corazones. Para Dios no hay hijos y entenados…Y el crecer en el Espíritu es un camino de lucha interna, muchas veces empinado, pero maravillosamente lleno de “ gracia divina”. Gracia que Dios reparte a manos llenas…
Jesús no vino para unos pocos. Llegó para todos. Y nadie puede ni debe subirse a ningún pedestal para dar directivas…Las directivas ya nos las dio el mismo Jesús. Y a Él es al que queremos seguir…Sólo somos peregrinos, en ocasiones dormidos. En otras, despiertos…
Sólo el Señor ve en lo secreto y profundo de nuestros corazones…Sólo el Señor puede decir: “este sí, este no”. Pero ese no es su criterio. Jesús es incluyente…En el corazón de Cristo cabemos todos…
@ Ale Vallina.
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