Es muy común que las personas cuando nos saludamos comentemos lo bien que luce nuestro interlocutor. Pegadito al “Hola” o al “Buen día” solemos agregar algún “Qué joven te ves”, “ Se nota que has adelgazado mucho” o “ Te queda muy bien ese corte de cabello” .Y así decenas de comentarios con respecto al físico y la belleza exterior…
No es que haya algo de malo en destacar la belleza exterior. Lo que ocurre es que nos comunicamos, ensalzando sólo lo que se ve. Desviamos la mirada de la verdadera belleza: la interior…A esta no la opaca ni los años, ni la decadencia física. No desaparece. Al contrario, perdura y crece, si procuramos que eso pase.
En los últimos años me he dedicado a hacerle saber a mi familia lo bellos que son por dentro. No lo pienso solamente. Se los digo. A algunos les recalco su amabilidad y a otros su alegría. Le alabo la solidaridad al que siempre está listo para colaborar. La paz que irradia al sereno, y el optimismo al que siempre ve el vaso medio lleno…O les digo lo fuertes que son, o rescato su inteligencia, o cómo se superan a sí mismos…O su ternura y delicadeza…
No hay día en el que no les haga saber cuánto los amo, cuánto me importan y lo magníficamente “bellos” que son…
Me gusta ir contra la corriente del mundo. En especial me siento en rebeldía con este mundo tan preocupado, desmedidamente en ocasiones, por la eterna juventud, los cabellos brillantes y los dientes inmaculadamente blancos. Por el tener sobre el ser. Por la delgadez atlética de los cuerpos y los últimos gritos de la moda…
@Ale Vallina

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