«El final feliz»


     
Domingo de Ramos 1 deAbril

               
Relato de la Pasión según San Marcos.
Mc 14, 1—15, 47


No podemos negar que las películas de Hollywood son reconocibles por los discursos humanistas y los finales felices.
Nos damos cuenta de que una película es una producción de Hollywood por el amplio despliegue de recursos que tiene. No se escatiman los gastos cuando el objetivo es sorprender al espectador. Y solemos decir que es una buena película cuando la trama parece llevarnos hacia una dirección pero sorpresivamente, un nuevo giro en la historia, nos desembarca en un final feliz.
Las historias con  final feliz forman parte del sueño de todo ser humano. Ninguno de nosotros planifica su vida barajando la posibilidad de que al final no venza el bien y reine la felicidad. Este anhelo de una historia de vida feliz ha sido protagonista de nuestros desvelos y compañera de nuestras soledades.
Es casi imposible no preguntarnos ¿cómo terminará esto? O ¿Dónde vamos a ir a parar?
La trama de nuestras vidas no está escrita pero queremos que el final sea feliz… Deseamos profundamente que al final de nuestro camino, la felicidad nos esté esperando con los brazos abiertos.
Pero nuestra vida no es una producción de Hollywood y tal vez el criterio de felicidad que buscamos no tenga nada de ver con una realización cinematográfica.
Al escuchar el relato de la pasión, podemos visualizar la trama de esta historia. Podemos reconocer claramente los intereses que se juegan y somos testigos de que Jesús también pensó en la posibilidad de que la historia de su vida terminara de otra manera… ¿cómo Hollywood?
 Tal vez, hasta nosotros mismos hemos imaginado una manera distinta de que Jesús pudiera llevar a cabo su misión de rescatar al hombre de una vida sin sentido.
Pero el final de la vida de Jesús, no fue a lo Hollywood, aunque no podemos negar que cumplió su misión en esta vida. Frente a la posibilidad o tentación de luchar por cambiar la historia de su vida, prefirió ponerse en las manos de su Padre y dejar que Él llevará a buen término  lo que había comenzado.
Te has preguntado ¿Qué misión tienes en tu vida? ¿Para qué vives?
Si pudiéramos hacer más consciente aún cuál es el principio y el fin de nuestra vida: de dónde venimos y hacia dónde vamos, podríamos resistir a la tentación de aferrarnos compulsivamente a los finales felices.
El final de la vida de Jesús no fue feliz…o por lo menos, no como la hubiéramos imaginado. Pero no podemos negar que esa muerte, ese fracaso, nos haya hecho vivir…
Hay muchas personas que esperan que Dios llene sus vidas y sus almas, porque sienten que el dolor y el fracaso es ausencia de Dios y no acaban de descubrir que Dios ya está en lo que viven día a día.
Deberíamos recordar los hombres que Jesús conoce el dolor. Sabe por experiencia propia lo que es atravesar por la sensación de ausencia de Dios. Y no debemos olvidar que aun cuando nuestra vida esté envuelta en una oscuridad siempre Dios, como el sol, es capaz de alumbrar nuestra vida con su gracia.

P. Javier  Rojas sj

Comentarios

Maricarmen ha dicho que…
Justo cuando pensamos que estamos muy lejos de un final feliz o de llegar al encuentro con Dios que es Padre -lo digo por experiencia aprendí de muy grande lo cercano que está Dios- Ahí está Él buscándonos y esperando que pongamos nuestra nada en sus manos y sí nuestro ego nos permite decir hasta aquí llegué y ya no puedo más, si somos capaces de escuchar su suave voz diciendo 'no te preocupes que Yo me ocupo' y creer que sí se está ocupando, no como nosotros queremos pero si como más nos conviene. Esto me ocurrió en un retiro espiritual con el padre Ibañez, creía que Dios estaba lejos de mi y en un momento abrí la Biblia y encontré en el AT este pasaje Ectco.51,1-38