"Desde el momento, en su cuarto de enfermo en de la casa de la torre en Loyola, en que comprendiera que los planes de Dios eran los que le daban una consolación duradera, ha estado en un estado de constante efervescencia y consuelo…
Sin embargo en Manresa se encuentra, de golpe, sumido en una tiniebla y una desazón que le deja, a ratos, abatido y desconsolado. A veces toca el cielo y otras está en el fondo de un pozo. Va a atravesar una crisis tan profunda, tan existencial y tan radical que todo el mundo de convicciones y seguridades se irá desmoronando. No hay motivos para tales cambios. Se extraña…
¿Qué le esta consumiendo? Su pecado, que antes le producía vergüenza, ahora le provoca escrúpulo. Cada vez es mayor el dolor y el desconsuelo. Ante él se alza, acusadora, la imagen sucia – y posiblemente exagerada – de sus egoísmos…
Quiere mortificarse, pagar sus culpas, compensar a Dios con sacrificios. Funciona en él la imagen de un dios ofendido, un dios medieval que está muy lejos del Dios Padre al que todavía tiene que descubrir. (…) ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no viene? ¿Qué tiene que hacer para ganar su favor? Aún no ha descubierto Iñigo que ahí, precisamente, está su trampa. Mientras siga pretendiendo que alcanzar a Dios depende de sus propios esfuerzos seguirá estrellándose contra el muro de su incapacidad.
La batalla interior continúa. Hastiado de no encontrar respuestas, llega a pensar en el suicidio. (…)
Se rinde. En ese momento, y tal vez por primera vez en su vida, brota de él una oración distinta. Siente que él solo, frágil y limitado, nada puede. Comprende que nada va a conseguir por sus propios medios. Por primera vez intuye que seguir a Dios no es cuestión de la propia perfección, sino de dejarse acompañar, sanar, conducir. En esta rendición se está haciendo, por vez primera, absolutamente pobre. En su corazón, deja de mirarse a sí mismo y se vuelve a Dios. Y descubre que Dios está ahí. Que nunca ha dejado de estar… Vuelve el consuelo, la alegría, más serena que antes, la paz…"

Párrafo extractado del libro "Ignacio de Loyola, nunca solo" del jesuita José María Rodríguez Olaizola.

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