Cántico de las criaturas
Día 4
Con Jesús por la mañana. “Alabado seas, mi Señor, por la hermana
madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con
coloridas flores y hierbas. Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan
por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las
sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán” (San Francisco de
Asís). Agradece el día al Señor, por el aire, el sol, los pájaros, las plantas,
el trabajo, los encuentros y pide su intercesión por los desempleados, como lo
pide el Papa en el desafío de este mes.
Con Jesús por la tarde. “Y Jesús le respondió: El que pone la
mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios” (Lc 9, 62).
El amor a Dios y a los hermanos supone pequeñas y, a veces grandes renuncias,
por un bien mayor. ¿Estás dispuesto a callar y esperar para preservar la
armonía, a dejar pasar una ofensa, a mantener una actitud cordial ante la
confrontación? Repite al ritmo de tu respiración: “Señor, dame un corazón
grande”, mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche. Recuerda a las personas y agradece.
Trae a la memoria las personas con las que has compartido hoy. ¿Qué te han
dejado? ¿Cómo ha sido ese encuentro? ¿Qué le agradeces? Aún las situaciones
difíciles nos dejan enseñanzas.
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