La fuente de la belleza
Día 28
Con Jesús por la mañana. “Gozaremos de una visión que los ojos
nunca contemplaron, que los oídos nunca oyeron, que la fantasía nunca imaginó:
una visión que supera todas las bellezas terrenas, la del oro y la plata, la de
los bosques y los campos, la del mar y el cielo, la del sol y la luna, la de
las estrellas y los ángeles; la razón es la siguiente: que ésta es la fuente de
todas las demás bellezas” (San Agustín). Contempla las bellezas que el día trae
y descubre en ellas la belleza de Dios. Ofrece tu trabajo por la intención del
mes.
Con Jesús durante el día. “En aquel tiempo, Jesús dijo: ¡Ay de
ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Porque cierran a las
personas el Reino de los cielos; no entran ustedes ni dejan entrar a los que
tratan de hacerlo” (Mt 23,13). ¿Descubres en ti tu lado fariseo? ¿Con cuáles
actitudes rompes o tensionas la paz en tus vínculos? Pide a Jesús: “Que no sea
impedimento para mis hermanos”, mientras continúas poniendo en práctica el
propósito de la mañana.
Con Jesús por la noche. Escucha tu
corazón. Haz silencio
interior, toma distancia de las actividades del día. ¿Qué movimientos
interiores has experimentado hoy? ¿Paz, alegría, tristeza, enojo, esperanza,
amor, confianza? ¿En qué ocasión has sentido con más fuerza la presencia de
Dios? ¿Qué ha quedado en tu corazón al final del día? Apunta lo que descubras.
Entrega tu descanso y disponte a iniciar una nueva jornada.
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