La prisa miente, engaña y falsea la realidad. Nos hace creer que “todo” es posible si “nos apuramos”. Un claro ejemplo de ello es que “estamos aquí” pero en realidad “estamos allá” y cuando llegamos “allá” nos proyectamos “un poco más allá”.  No estamos donde nuestros pies pisan el suelo, sino donde nuestra mente proyecta. Esta desconexión es tan grande que ha escindido el espíritu del hombre y amenaza con convertirlo en una generación 3D que cree formar parte de otra realidad, cuando en verdad contempla la vida sentado en la butaca, mirando…
¿Por qué tanta prisa? ¿Tenemos claro a dónde queremos llegar? ¿Sabes que harás cuando llegues al destino al que vas con tanta prisa? ¿Qué te hace creer que cuando llegues descansarás y disfrutarás de lo conquistado? Y este lugar en que estás ahora, que ayer fue tu futuro y hoy es tu presente ¿los disfrutas? ¿Disfrutas y gozas con lo que has alcanzado hoy? ¿Vives en este presente?
Por eso el Evangelio es siempre Buena Noticia, porque nos ayuda a orientar la vida y a disipar las mentiras y los engaños. Las parábolas dejan al descubierto las trampas ocultas sin condenar a nadie. Buscan extirpar el mal, como los buenos cirujanos, sin dañar al hombre. 
Javier Rojas sj

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