«Bendecir, es “decir bien”; no sólo un hablar bien de las cosas o las personas sino un referirse al “bien” que ellas contienen. Cada vez que bendigo algo o a alguien no estoy sino reconociendo y enfatizando una cualidad o rasgo positivo. Y al hacerlo aquello que es reconocido y exaltado se actualiza, se moviliza, se desarrolla, se despliega, se incrementa, perdura…Toda bendición tiene un dinamismo centrífugo (hacia lo bendecido) y al mismo tiempo centrípeto (hacia quien bendice): cada vez que bendigo soy bendecido, revestido con la misma energía amorosa que derramo sobre todo aquello en lo que vierto mi bendición. Bendecir es rociar el mundo con palabras y gestos amables llenos de benevolencia, admiración, fuerza, ternura y misericordia; es proclamar, ensalzar y realzar la belleza y bondad de todo lo creado. Cada vez que bendigo algo, en el fondo no estoy sino piropeando a Quien una vez culminada su obra “vio que era algo bueno” (Gn 1, 31)»

José María Toro
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1.- Tómate unos minutos para bendecir a los que quieres y amar ¡Nombralos!
2.- Rocía con palabras de benevolencia a los que te hirieron o no te caen bien ¡Sé amables con ellos!

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