Orar significa abrirnos siempre a la sorpresa de un Dios siempre nuevo que nos hace -cuando le dejamos encontrarnos- nacer otra vez, no con menos dolor e intensidad que la primera.
Piensa, pregúntate y ora....¿Recibes a Dios tal como Él quiere hacerse cercano o le vistes tú de los trajes que más te complacen? ¿Estás dispuesto a recibir un Dios todo amor, pero también todo sorpresa y desconcierto?

Miguel Márquez 

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