Tenemos, en nuestra esencia, forma de cruz. Estamos clavados a nuestro propio ser. Y debemos soportarnos a nosotros mismos con las contradicciones que amenazan desgarrarnos. Pero si las aceptamos, descubriremos en nosotros mismos un centro que sostiene todas las diferentes aspiraciones que hay en nosotros. La cruz nos hace amplios cuando la aceptamos. Y hace que seamos abiertos.
La cruz nos muestra el camino de la verdadera humanización. Para la humanización, hemos de decir sí a las contradicciones que viven en nosotros. Como personas, pertenecemos tanto a la tierra como al cielo. Estamos entre la luz y la oscuridad, entre Dios y la persona, entre el hombre y la mujer, entre las alturas y las profundidades, entre el bien y el mal. La persona es una cruz.

Anselm Grün

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