«Sabiduría y Coherencia»


«7 ``No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. 18 ``Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta que toda se cumpla. 19 ``Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 ``Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y Fariseos, no entrarán en el reino de los cielos. 21 ``Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: `NO MATARAS' y:`Cualquiera que cometa homicidio será culpable (responsable) ante la corte.' 22 ``Pero Yo les digo que todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: `Insensato (Inútil)' a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín); y cualquiera que diga: `Idiota,' será merecedor del infierno de fuego. 23 ``Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 ``Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. 26 ``En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
 27 ``Ustedes han oído que se dijo: `NO COMETERAS ADULTERIO.' 28 ``Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29 ``Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30 ``Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.
 31 ``También se dijo: `CUALQUIERA QUE REPUDIE A SU MUJER, QUE LE DE CARTA DE DIVORCIO.' 32 ``Pero Yo les digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio. 33 ``También han oído que se dijo a los antepasados: `NO JURARAS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRAS TUS JURAMENTOS AL SEÑOR.' 34 ``Pero Yo les digo: no juren de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de Sus pies; ni por Jerusalén, porque es LA CIUDAD DEL GRAN REY. 36 ``Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. 37 ``Antes bien, sea el hablar de ustedes: `Sí, sí' o `No, no'; porque lo que es más de esto, procede del mal (del maligno).»
                   Mt 5, 17-37



¿Cómo vivir con sabiduría y coherencia en este tiempo? ¿De qué manera podemos lograr vivir sabiendo que somos guiados por el Espíritu de Dios en todo tiempo sin temor a seguir nuestros propios pareceres y en favor del provecho propio.?
En muchas ocasiones tenemos la impresión de que no estamos obrando bien. En otras sentimos que deberíamos obrar de otra manera pero hay algo dentro de nosotros que no nos deja hacerlo. Y por supuesto, que son muchos más los momentos en que los que deseamos saber si estamos obrando bien realmente. Nos preocupa y nos interesa saber si estamos haciendo lo correcto.
Aún si actuamos sin preguntarnos sobre la bondad de nuestros actos, en algún momento nos asalta la duda y queremos saber si estamos procediendo de manera adecuada. Hasta la persona más “mala y dañina” en algún momento o situación se lo pregunta. No todos somos buenos o malos al cien por ciento, verdad?...Hay bondad en nuestro corazón siempre. Aunque no le demos lugar para que se manifieste abiertamente en todas partes.
¿Cómo estar seguros de que obramos según la sabiduría de Dios y en coherencia con la fe que profesamos?
Quiero compartir con ustedes algunos criterios que pueden ayudar a ello.
En primer lugar, tenemos que cultivar la libertad interior. Es decir, saber recibir nuestros sentimientos, pensamientos, sensaciones sin temor. Ellos fluyen dentro de nosotros sin que les digamos cuando aparecer o en qué momento detenerse. Simplemente aparecen sin pedirnos permiso. Si aprendemos a darles cabida podremos examinarlos, conocerlos y luego tomar una determinación. Cuando podemos conocer nuestro propio mundo interno adquirimos mayor conocimiento de nuestras capacidades y limitaciones. Y cuando esto ocurre adquirimos mayor destreza para elegir qué hacer y cómo proceder en un determinado momento. Muchas personas temen conocer su mundo interior y por ello no llegan a ser libres interiormente. Viven y actúan guiados por sentimientos que no conocen, con pensamientos que no examinaron y desconfiando de todo y de todos.
Si algo te atemoriza examínalo,  solo así lograras dejar de actuar por un impulso ciego. Por lo tanto, cultivar la libertad interior significa aprender a que en mi mundo interior hay vida y necesitamos conocerlo para saber cómo proceder. 
En un segundo lugar, aprender a aceptar al otro con dignidad y compasión. Si existe algo que falta a nuestras relaciones personales eso es la capacidad para aceptar al otro. Lo cual no significa aprobar todo lo que la otra persona está dispuesta a hacer y expresar, sino aprender a recibir el mundo afectivo de la otra persona sin juzgarlo. Lo que requerirá además saber tomar una distancia prudencial de sus emociones para ayudarlo a tomar consciencia de lo que está experimentando.
Muchas veces cuando otros nos reclaman que no los entendemos, lo que en realidad están diciéndonos es que no los dejamos expresarse como realmente necesitan hacerlo.  Si aceptamos nuestro propio mundo interior con libertad podremos aceptar también el ajeno. Cuando dos o más personas están dispuestas a expresarse libremente aprenden a buscar manera de responder mejor a las dificultades que se les presentan. En la medida en que aceptamos a los demás con sus propios sentimientos y sin cercenar o recortar sus propias experiencias, los ayudamos para que puedan conocerse mejor y nosotros aprendemos a ser compasivos.
Por último, creo que para saber si actuamos con sabiduría y coherencia, necesitamos examinar si con lo que decimos y hacemos estamos buscando el bien y la paz.
Si realmente aprendemos a conocer nuestros propios sentimientos y pensamientos sin negarlos o reprimirlos, adquirimos mayor libertad ante ellos. Ya no actuamos por impulso ni dejamos que sean las meras sensaciones corporales o afectivas las que nos llevan a hacer algo, sino que las conocemos, las examinamos y sólo después decidimos qué hacer. Sin esta acogida del propio mundo interno difícilmente estaremos dispuestos a recibir el mundo afectivo del otro. Y saber recibir el propio mundo interno y del otro, es crucial para obrar bien y construir la paz.
Cuando nos preguntamos si estamos obrando bien es porque intuimos que nos falta más información para estar seguros. La conciencia se queda en paz cuando tiene a disposición la información suficiente para obrar bien. Pero si carece de lo necesario u obra de manera contraria a la información que posee, siempre quedará intranquila. 
Jesús afirma que ha venido a dar cumplimiento de la ley. Esa ley es la que el Espíritu de Dios escribe en el corazón del ser humano y nosotros la llamamos conciencia. Dios nos inspira obrar el bien y la paz mediante su Espíritu de sabiduría. Es la acción divina la que corrige nuestros desvíos y nos impulsa a vivir con coherencia…
Pidamos a Dios, que su Espíritu divino nos ayude a mirar nuestro propio mundo interno con curiosidad creativa a fin de examinar todo y quedarnos con lo bueno. Que seamos abiertos para acoger el mundo afectivo de los demás a fin de ayudarlos a que se conozcan en profundidad, y que de esta manera seamos sabios y prudentes al momento de obrar.

P. Javier  Rojas sj

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