Existe gente maravillosa. Todos conocemos a esa clase de personas que tras haberse caído cien veces se levantan ciento una. Pacientes, esforzados, tenaces siguen  a pesar  de que el camino, en ocasiones, se les vuelve adverso y empinado. Perseverantes y hasta testarudos insisten en recomenzar y en ver el vaso “medio lleno” entre las nubes negras de la adversidad.
Esas personas nos sirven de ejemplo porque a pesar del horizonte enrarecido no se desaniman y renacen de entre sus dolores y sus decepciones. Muchas poseen una confianza “todo terreno” en Dios y en las  fuerzas que vienen de Él, como agua que brota de un manantial.
Felices los que confían que después de la tormenta siempre sale el sol y no se dejan vencer por el desaliento…porque reconocen al Dios que los habita.

“Yo sé que Dios está por mí.
En Dios cuya palabra alabo,
en Yahvé, cuya palabra alabo,
en Dios confío y ya no temo,
¿qué puede hacerme un mortal?”.
Salmo 56 (55)  11 – 12

@Ale Vallina

Comentarios