Cada vez
que traemos a nuestra página una imagen de María, una cita que hace mención a
su vida, o una reflexión sobre su SI generoso todos respondemos con gran amor y
veneración.
¿Qué
encarna María para los católicos del mundo entero? ¿Qué representa Ella, la
llena de gracia, en nuestros corazones?
No hay
dudas de que desde que Jesús nos donó a su Madre, Ella pasó a formar parte de
nuestras vidas sedientas de su amor. Allí anidó y creció este modelo de mujer y
madre, valiente, sencilla y creyente.
Su andar
discreto, su fidelidad en todo momento y circunstancia para con la misión que
Dios le había encomendado a Su Hijo, y su santidad nos emocionan y admiran.
¿Cuántos de
nosotros desearíamos parecernos a Ella?...tener sus modos, su sensatez, su don
de discernimiento de la voluntad del Padre sin caprichos ni veleidades de
ningún tipo…
¿Quién no
desearía poseer algunas de sus numerosas virtudes?. Su mansedumbre, su afabilidad,
su bondad, su ternura…
María es la
puerta por la que el Señor irrumpió en la humanidad en cuerpo y espíritu. Se
entregó a Él y nos enseñó lo que es el verdadero abandono.
A Ella van
nuestros ruegos. A Ella le entregamos nuestros gozos y dolores. A Ella,
mediadora de todas las gracias, le decimos como otrora lo hizo Ignacio: “Que
nos ponga con su Hijo”.
Amén.
@Ale
Vallina
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