Estaba
leyendo hace instantes, entre las
noticias novedosas que nos trae la red todos los días, el caso de una
arquitecta que vive en EEUU en una diminuta casita de madera. La mujer, que
había perdido su vivienda, tras serle rematada por una hipoteca que no pudo
pagar, decidió dar rienda suelta a su creatividad y “comenzar de nuevo”. La casita en cuestión que me parece un primor
de buen gusto, luminosidad y alegría, y
en la que habitan ella y su marido (además de la mascota) es pequeña pero muy
confortable. Sin dejarse vencer por los
malos vientos esta arquitecta logró construir una vivienda digna de 18 metros
cuadrados tras el remate de su antigua casa…
Conozco dos
tipos de personas. Aquellos que tras una
circunstancia adversa y dolorosa se abaten de tal modo que nunca más logran
ponerse en pie. Son esos que quedan de por vida vegetando sin ningún tipo de
esperanzas, como muertos en vida. Y otros que, al modo de esta arquitecta “vuelven
a construir su casa” y comienzan una nueva vida, no sin esfuerzos, pero con
pasión.
He visto a personas
superarse a sí mismas tras duras enfermedades. Matrimonios que parecían destruidos por completo intentaron, con
éxito, recuperar la alegría de vivir juntos. Personas que luego de despidos laborales arbitrarios e injustos volvieron a llevar su CV a centenares de
lugares porque tenían la certeza de que
en alguno se le abrirían las puertas. Héroes que volvieron a sonreír cuando la
muerte les había arrebatado seres amados...
Cuántas
veces vemos tras una dura crisis una
nueva oportunidad?
Somos
capaces de reinventarnos haciendo uso de
nuestra creatividad y recobrar las fuerzas
para salir del lodazal?
Creemos
como Santa Teresa de Jesús, que la paciencia todo lo alcanza y que solo Dios
basta para hacer frente a las pruebas de la vida?
Pidamos a
Dios esa fuerza. La que levanta toneladas de dolor y frustración y los
transforma en “un nuevo amanecer”, es decir: amar- nacer. Amar la maravillosa
posibilidad de renacer cada día…
@Ale
Vallina
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