Señor, Señor, Tú antes, Tú después,
Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior.
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.

Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir;
Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre, Tú en la noche de bodas;
¡Tú en el beso primero, Tú en el beso postrero!

Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera y también
en las grandes ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.

Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: <Yo creo>
¡y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!.
Amado Nervo


Comentarios

Mercedes ha dicho que…
Qué hermoso poema Padre Javier, debo haberlo aprendido cuando tenía 12 años, publicado por Selecciones del Readers Digest..y explicado por mi mamá María Mercedes. Nunca olvidado