No me grites. Te respeto menos cuando lo
haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
Trátame con amabilidad y cordialidad
igual que a tus amigos. Que seamos familia, no significa que no podamos ser
amigos.
Si hago algo malo, no me preguntes por
qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.
No digas mentiras delante de mí, ni me
pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que
pierda la fe en lo que dices y me siento mal.
Cuando te equivoques en algo, admítelo. Mejorará
mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.
No me compares con nadie, especialmente
con mis hermanos.Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir
(y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).
Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo
haces todo por mí, yo no podré aprender.
No me des siempre órdenes.Si en vez de
ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.
No cambies de opinión tan a menudo sobre
lo que debo hacer. Decide y mantén esa posición.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si
me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando
te cuente un problema no me digas: "eso no tiene importancia..."
porque para mí sí la tiene.
No me digas que haga algo que tú no
haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero
nunca haré lo que tú digas y no hagas.
No me des todo lo que te pido. A veces,
sólo pido para ver cuánto puedo recibir.
Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo
decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Gentileza de http://educacionysolidaridad.blogspot.com.ar
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