Los
problemas que aquejan a los hombres, desde que el mundo es mundo, han sido más
o menos siempre los mismos. Tal vez han crecido en complejidad, pero los
motivos no han variado demasiado. Que si la economía favorecerá a mi país, a
mis intereses, que si saldré ileso de tal o cual enfermedad, que si lo que
deseo llegará a buen término, que si ese proyecto anhelado se cumplirá, que si
mi familia tendrá todo necesario, que si conseguiré trabajo, que si mis hijos
crecerán felices y cumplirán sus sueños, que si mi matrimonio superará tal o
cual escollo, que si el vecino me miró mal, que si mi jefe es autoritario…Nos
preocupamos, y con razón, que si se acabarán las guerras con su absurdo de
muertes y dolor, que si los poderosos dejarán de aplastar a los más vulnerables
de la sociedad, que si los impuestos aumentan y el dinero no alcanza….Que si lo
que soñé para la vida de los que amo se acerca a esas aspiraciones, que si, que
si, que si…
Calculo que
tantas quejas, frustraciones y temores provienen de que no aceptamos la realidad tal como es, tal como
se nos presenta. No toleramos que nuestros intereses y pretensiones se malogren…Deseamos
que la vida se desarrolle como la hemos planificado. Así la queja se apodera de
nosotros y nos vuelve amargados y afligidos…
Los
problemas y obstáculos siempre han sido los mismos. Por eso creo que ya es hora
de que como humanidad y como individuos aprendamos que la vida no es siempre
color de rosa. Que hay dolores. Que hay pesadumbres. Que deberemos transitar
oscuros valles y quebradas, y que sobran motivos para la tristeza…Pero que
también de la aceptación brota la paz, y de la paz la alegría…
En muchas
ocasiones decimos que lo mejor “es abandonarnos en Dios”, pero a la vez
deseamos mantener el control. Esto resulta imposible.
O nos
abandonamos con confianza en el Padre, o continuamos quejándonos del pasado,
temiendo el futuro y desperdiciando el presente…
De más está
decir, que debemos actuar, trabajar y soñar…pero siempre sabiendo que mucho
lograremos con nuestro propio esfuerzo, y mucho no…
Pidamos al
Buen Dios que nos otorgue la gracia de
la aceptación, de la gratitud y del abandono en sus sabios planes…que nunca se
equivoca. Aunque a nuestros ojos sean situaciones dolorosas y no las consintamos...
Señor
regálanos la gracia de reconocerte siempre y en todo lugar. Tú eres el perfecto
que sabe lo que hace y lo que cada uno
de tus hijos necesita para su crecimiento, bienestar y evolución.. Amén
@Ale Vallina
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