Cuando observas atentamente lo que sucede a tu alrededor, cuando te sitúas ante la realidad que te toca vivir con ojos de aprendiz, cuando percibes las situaciones que te toca atravesar, aceptándola, sin juzgar, teniendo apertura y disposición a dejar que te “sucedan cosas”, es cuando en verdad aprendes a vivir.
Las personas somos propensas a generar o buscar que nos sucedan sólo cosas “lindas” que nos brinden sensaciones placenteras, y nos oponemos rotundamente a las situaciones dolorosas, angustiosas y desagradables. Actuando de esta manera, normal por otra parte, dejamos de aprender de esa otra dimensión que tiene la vida y que es imposible negar como lo son el dolor, la tristeza…la muerte. Vivir es aprender a gestionar lo que nos toca vivir.
Vivir es aprender. Es descubrir esa enseñanza que se oculta a veces detrás del doloroso manto de la angustia, la pena e incluso la muerte. Cuando logramos tomar distancia de los propios juicios que hacemos sobre la realidad o las personas; cuando podemos suspender un momento ese impulso irresistible por negar o calificar de “malo”, doloroso, angustioso, desagradable, todo aquello que no nos produce placer; cuando traspasamos las fronteras de nuestros propios juicios apresurados, es cuando nos situamos ante la vida con ojos de discípulos dispuestos a beber de la sabiduría presente en el misterio de la vida. Es entonces, cuando en tu vida aparece el Maestro. El Maestro llegará cuando el discípulo esté abierto para acoger la enseñanza....
Tal vez en este momento de tu vida estés atravesando por un momento difícil. O quizás estás viviendo uno de esos momentos “soñados”. Pues entonces, es momento de abrir los ojos, de suspender los juicios, y dejar que la realidad que vives te revele su sabiduría. No te dejes encandilar por el brillo de los momentos agradables, extrae la enseñanza que contiene. No te dejes cegar por la oscuridad del dolor y la pena, descubre la sabiduría que contiene. Quizás es tiempo de darse cuenta qué es lo importante en tu vida y tomar nuevas decisiones.  Puede ser que el momento que estés viviendo te muestre que la vida tiene momentos bueno y malos, y que hay que aprender a gestionar los “malos” y capitalizar los “buenos”.
Todo lo que vives, todo, todo..., guarda una enseñanza. No temas perder o fracasar, en todo lo que vives hay mucho por aprender. Y recuerda….! Cuando el discípulo está listo, aparece el Maestro. Dios está presente en todo lo que vives. ¡Descúbrelo!

P. Javier Rojas, sj

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