Yo comprendo que es duro perdonar después de tantos
atropellos; y sin embargo, esta es la palabra del Evangelio: "Amen a sus
enemigos, hagan el bien a los que los odian y persiguen, sean perfectos como el
Padre Celestial, que hace llover su lluvia e iluminar con su sol a los campos
de los buenos y los malos". Que no haya resentimiento en el corazón.
Mons. Romero, homilía del 19 de junio de 1977
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