«Nuestra fe, una gran afirmación: “¡Si!”»
En el anuncio de la Buena noticia siempre encontraremos la vida y la muerte. La vida, que significa apertura a Dios, y la muerte, será siempre ese lento y a veces doloroso, despojo de todo aquello limita nuestra capacidad de amar.
De esta manera la vida y la muerte se convierten para el cristiano en dos realidades que nos permiten zambullirnos en el misterio de la presencia de Dios entre los hombres: Jesús
Muchos cristianos, aun sab
iendo que Jesús es portador de vida nueva, no terminan por apostar por Él. Estas personas no viven con amplitud de corazón sino que gravitan en el aire. Van por la vida con el “freno de mano puesto”. Caminan temerosos del error y del fracaso.
Estos hombres y mujeres edifican su vida sobre la negación, la prohibición y la censura. Edifican su existencia sobre el “no pruebes”, “no toques”, “no mires”, “no agarres”, “no te ensucies”, etc. Una vida cimentada sobre la censura y la prohibición acabando con la frescura y la alegría. El miedo a la condena y al infierno los mata mucho antes de morir, y cuando llega la muerte ya encuentra el trabajo hecho.
El mensaje que Jesucristo nos ha dejado es un llamado a la libertad de amar. Sin duda que podemos equivocarnos y errar en el camino, extraviarnos e incluso dañar al prójimo. Pero también es verdad que sólo renunciando a vivir es como podemos evitar los errores. Equivocarse, errar, elegir mal, es parte de nuestra vida y del ejercicio de una libertad que vamos aprendiendo a usar.
La fe en Dios y en su reino, es una gran afirmación, un gran ¡si! a la vida. La buena noticia de Jesús no son las
prohibiciones o la censura sino una gran afirmación; “¡Si!, ¡adelante y con ánimo!”. El Espíritu de Dios nos impulsa a vivir, nos empuja hacia la madurez y al ejercicio sabio de la libertad. ¡Anímate!, no temas vivir. Los errores no tienen la última palabra. Levántate de tus equivocaciones y aprende de ellos. Es fundamental construir nuestra fe en el “Si” de María, que es disposición total a la aventura de vivir según el Espíritu de Dios. Abiertos a aprender. Estos hombres y mujeres edifican su vida sobre la negación, la prohibición y la censura. Edifican su existencia sobre el “no pruebes”, “no toques”, “no mires”, “no agarres”, “no te ensucies”, etc. Una vida cimentada sobre la censura y la prohibición acabando con la frescura y la alegría. El miedo a la condena y al infierno los mata mucho antes de morir, y cuando llega la muerte ya encuentra el trabajo hecho.
El mensaje que Jesucristo nos ha dejado es un llamado a la libertad de amar. Sin duda que podemos equivocarnos y errar en el camino, extraviarnos e incluso dañar al prójimo. Pero también es verdad que sólo renunciando a vivir es como podemos evitar los errores. Equivocarse, errar, elegir mal, es parte de nuestra vida y del ejercicio de una libertad que vamos aprendiendo a usar.
La fe en Dios y en su reino, es una gran afirmación, un gran ¡si! a la vida. La buena noticia de Jesús no son las
Vivir con fe nuestra libertad significa estar dispuestos a aprender de los errores.
No podemos negar que el “¡si!” a la vida infunde vértigo.
Hay personas que se sienten más seguras viviendo bajo la amenaza del castigo, pero en realidad jamás han vivido… Tal vez encuentren motivos para jactarse de no haber cometido pecados graves, pero también ≪es seguro que jamás han usado su alma, ni siquiera una milésima parte de ella ha conocido el perdón y la misericordia de Dios. ≫
El comienzo del adviento es una nueva invitación de Dios, que se repite año a año, a vivir el “¡si!”, la gran afirmación… Este es el tiempo propicio para que frente a la vida nueva que nos traerá este niño, tomemos nuestra propia vida en serio y nos animemos a aventurarnos a amar “hasta que el alma resista”.
Pidamos a Dios tener la valentía de vivir libres de todo aquello que aprisiona el alma, estrecha el corazón y paraliza el espíritu y dispongámonos a recibir al autor de la vida en nuestra propia vida.
P. Javier Rojas sj
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