Sentir y experimentar el propio valor, no es una realidad que se consigue simulando o aparentando lo que uno no es. No se conquista a fuerza de “fanfarronear” lo que se tiene o se puede tener, no es así como uno llega a sentirse seguro de sí mismo. El ser humano no adquiere confianza en sí mismo buscando sobresalir ante los demás exagerando alguna capacidad o virtud…
La conciencia del propio valor, viene de lo alto, de arriba, de Dios. Es teniendo la certeza y la vivencia de sentirme amado por Alguien, a quien jamás podré igualar y que no necesita de mis logros para amarme, como adquiero la sana conciencia de ser valioso. Así, además puedo amar y valorar a los demás…
P. Javier Rojas sj
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