Prisión o libertad
Día 16
Con Jesús por la mañana. “Jesús
añadió: El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Mc 2,
27). Los mandatos y los preceptos son como marcas en la senda de nuestro
peregrinar que nos indican por dónde ir. Son como los “requisitos de mínima”.
Los corazones aferrados a los preceptos calculan para no desviarse de esos
mínimos, los corazones enamorados sólo desean entregarse en amor al ser amado
sin límites. Sé generoso con tu sonrisa, siembra alegría y buen humor entre
quienes encuentres. Ofrece tu día por la intención del mes.
Con Jesús por la tarde. Alabar. Alabar
es expresar amor agradeciendo el bien que recibimos. Alabar a Dios es
reconocerlo nuestro Bien Mayor y agradecer. Alabar a los demás es reconocerles
y agradecerles el bien que nos hacen. Alabar a Dios en todas las cosas es
decirle “gracias, Señor, por mis hermanos y por las cosas que me rodean porque
me ayudan y me hacen crecer”. La alabanza es el lenguaje propio del alma, con
ella combate el egoísmo y ensancha sus límites. Cuando alabamos hacemos más
lugar en el corazón para albergar los rostros de todo lo que nos rodea.
¿Alabas?
Con Jesús por la noche. Ofrecer la
vida. Tómate unos minutos para recoger lo vivido hoy.
Cierra los ojos un momento y respira hondo. ¿Qué momentos te han llenado el
corazón de alegría y plenitud? ¿A quién has ayudado hoy? Quédate unos minutos a
solas con Jesús. Cuéntale al Señor de tus preocupaciones y disponte a
entregárselos a él.
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