Dios te anhela
Día 4
Con Jesús por la mañana. “Nunca alguien deseó algo tan
intensamente como Dios anhela estar con los seres humanos” (Maestro Eckhart).
Cada persona es un hijo deseado, querido y afirmado por Dios. Por tanto el
primer acto de alabanza y culto a Dios es aceptarse a uno mismo como salido de
las manos de Dios. ¿Qué cosas de ti mismo no te gustan y no aceptas? Apúntalas
y ofrécelas al Señor. Recuerda que en la medida que te aceptes tal como eres,
aceptarás a los demás tal cual son. Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde. “Se acercaron los discípulos y lo
despertaron, gritándole: ¡Señor, sálvanos, que nos hundimos! Él les dijo:
¡Cobardes! ¡Qué poca fe! Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y
vino una gran calma” (Mt. 8, 25). Ante
las tormentas de la vida, dónde posas tu mirada ¿En la furia de las olas o en
el Señor que lleva el timón de tu vida? ¡Confía Jesús va contigo! Repite al
ritmo de tu respiración: «Señor, sálvame que sin Ti me hundo» mientras
continúas ofreciendo a Dios lo que deseas que Él transforme.
Con Jesús por la noche. Recuerda los
sentimientos. ¿Cómo te
has sentido en esta jornada? ¿Con qué sentimientos iniciaste el día? ¿Hubo
algún cambio en ellos, en razón de qué? ¿De qué manera vas llegando al
anochecer? ¿Qué actitudes tuviste? Pide perdón por aquello que te hubiera
gustado que fuera diferente.
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