«Antes de parapetarnos en
argumentos teológicos, debemos buscar con toda humildad y «sencillez de
corazón» un camino que nos permita tratarnos los unos a los otros con sumo respeto,
protegernos y soportarnos los unos a los otros, crear un espacio de cobijo y
acogimiento y practicar otras formas de conducta tal como hoy es habitual en
muchas empresas.
Muchos cristianos sufren porque el clima de la Iglesia
es a veces tan gélido como en las empresas. Si no vivimos ninguna de las formas
de la convivencia humana, si no se hace visible y perceptible ningún signo de
aprecio, entonces no debe extrañarnos que los hombres emigren de la Iglesia.
De ahí que tenga tanta importancia el trabajo de relación
en las comunidades. La Iglesia se compone, por supuesto, de personas falibles.
Nunca llegaremos a ser una comunidad ideal. Tampoco Jesús contaba con ello.
Pero que en medio de la fragilidad de la comunidad humana se haga visible algo
del espíritu de Dios, esto es lo que anhelan los hombres de nuestro tiempo.»
Anselm Grün
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