No me cabe ninguna duda. Hay ciegos que ven. Y están esas otras personas, que con una agudeza visual perfecta, no alcanzan ni a vislumbrar lo que se les presenta delante.
En esta suerte de paradoja existencial, encontramos personas que perciben todo, luces, colores, tamaños, distancias. Las perciben pero no las ven. Están tan abrumados y tan contaminados, tan sometidos a cientos de estímulos, que han perdido la capacidad natural de estar en el momento presente y de poder ver y oír, estar y permanecer…
Retirarse en silencio algunos cuantos minutos por día para “estar”, no para hacer, nos permite ir de a poco recobrando la sabiduría innata que todos poseemos. Porque para encontrarnos con el Señor y con nosotros mismos necesitamos del silencio y de la soledad. Y para ver, primero, hemos de cerrar los ojos físicos. Como decía Eloy Sánchez Rosillo: “…ciérralos unos instantes y dentro de ti busca -en tu sosiego-la facultad de ver. Y ahora ábrelos, y mira"
Que en esta Cuaresma que hoy comienza Dios nos conceda la gracia de estar “aquí y ahora”… Y de poder ver con el corazón.
@Ale Vallina.

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