Si alguien me hubiera vaticinado lo que experimento contigo,
oh Dios, lo habría rechazado como un delirio. Todavía ahora, cuando la
experiencia abarca toda mi persona, lo que vivo supera mi capacidad de
comprensión. Camino a través del fuego y no me quemo. Llevo una pesada carga, y
no me oprime. Lo que me infundía pavor ha ocurrido y, aun así, sigo viva. Estás
conmigo, y puedo soportar la incertidumbre, asumir el dolor. Yo, que soy
impaciente, puedo esperar confiada, desprenderme de mí y de todo lo mío. Tú
luchas por mí. Como un sello, tu obra debe dejar su impronta en mi alma, de
modo que ya nunca olvide lo que puedes hacer.
Sabine
Naegeli, “Die Nacht Ist Voller Sterne”
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