Suplicar a Dios para que nos conserve el don de la fe, de la luz que nos hace reconocer en Jesús al Hijo de Dios; ensalzar a Dios que nos ha dado esta luz y nos ha hecho reconocer su infinita realidad íntima, que se ha revelado en su Cristo. Esta es nuestra vida. Toda nuestra vida, sin distinciones de momentos, en una sola unidad, en una sola unificación. El hombre perfectamente unificado llega a ser únicamente y de continuo esta súplica y esta alabanza. 

Giuseppe Dosseti.

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