Aceptar lo que nos toca vivir sin juzgar apresuradamente es fundamental para aprender a relacionarnos con todo lo que nos ocurre.Si nos esforzamos por dejar de lado esa fascinación por retener y alargar los momentos placenteros tratando de evitar el sufrimiento, la tristeza y el aburrimiento, desarrollamos mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles. Hemos desarrollado tal adicción a los momentos agradables que no hemos cultivado la capacidad para afrontar sufrimientos, fracasos o desengaños. Somos una generación sin soporte para las pruebas. Es por eso que cualquier frustración nos hunde en el abismo del sin sentido y hasta la depresión. La presencia del dolor, la tristeza, el miedo, la ira, nos hablan de situaciones que debemos atender. Si buscamos acallarlos siempre no sabremos nunca que tienen para decirnos. 

P. Javier Rojas, sj

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