Tememos a los cambios. Nos inquietan. Nos alarman. En ocasiones nos arrebatan el sueño reparador. Nos  bloquean la energía que deja de circular sanamente por el cuerpo...
Nada más infundado se instala en nuestra mente. Porque la vida es cambio. Porque cada día trae sus propias alegrías y contrariedades. Porque luchar contra la corriente es de necios. Porque vivir es mudarse cada amanecer: del que era, al que voy siendo...
No hay nada más permanente que el cambio...Cambiar es vivir. 
Sabemos que a cada día le basta su afán. Y que Dios acompaña nuestros procesos. No estamos solos cuando acontecen las fluctuaciones, las transformaciones y las reformas...
Confiar en el Padre es la forma más aliviada de enfrentar los cambios que se presentan cada día antes nuestros ojos...
@Ale Vallina

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