Jesucristo ha dicho:
"Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mí, la recobrará en la vida
eterna".
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida,
entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva
hacia el egoísmo y nos atenaza
cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para
evitar los riesgos. Y
sobre todo está
la cobardía...
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida,
pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no paguen; hacer un favor al que
no va a devolver; gastar la vida es lanzarse aun
al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido
cuando nos quemamos; solamente entonces
seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el sacrificio,
y buscar la seguridad.
Gastar la vida no se hace con gastos
ampulosos, y falsa teatralidad. La vida
se da sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la vertiente,
como la madre da el pecho a su guagua,
como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible
está tu gracia y tu presencia;
no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino
se interna en la niebla; pero queremos
seguir dándonos, porque Tú estás esperando
en la noche, con mil ojos humanos
rebosando lágrimas.
Luis Espinal SJ
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