El pueblo estaba en la duda y todos se preguntaban
interiormente si Juan no sería el Cristo. Por lo que Juan hizo a todos esta
declaración: “Yo bautizo con agua, pero pronto va a venir el que es más
poderoso que yo, al que no soy digno de soltarle los cordones de su zapato; él
los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Un día, con el pueblo que
venía a bautizarse, se bautizó también Jesús. Y mientras estaba orando, se
abrieron los cielos y se vio que el Espíritu Santo bajaba sobre él en forma de
paloma. Y del cielo llegó una voz; “Tú eres mi hijo, el Amado, al que miro con
cariño”
Lc 3, 15-16.21-22
¿Te ocurrió alguna vez que sentiste ganas de ser más bueno?
Ganas de amar más y mejor? Deseos de manifestar a tus seres queridos lo mucho
que los quieres?. Son esos días en los que percibes que tienes “más” amor que
de costumbre…
No estoy haciendo referencia a esos momentos cotidianos de
amor por los seres queridos que te rodean. No. Sino a ese “plus” de amor que se
extiende incluso a las demás, a los “ajenos” de tu entorno familiar. Son esos
días en que verdaderamente te sientes bueno. Te percibes bien por dentro y ves
la realidad de manera muy diferente a la de costumbre.
Es como si “algo” se hubiera apoderado de ti y te hiciera
hacer cosas que de costumbre no harías. Hace que te expreses y te comportes de
manera “extraña”, o al menos, así lo perciben los demás.
¿Te ha pasado también que hay días que no te “soportas” ni a
ti mismo? Esos días en que parece que el mundo entero está confabulado en
contra tuyo?. Todo sale mal. Percibes que te irritas por cualquier cosa y, ante
el menor detalle, “explotas”… Incluso tú mismo te notas “extraño”. Como si
estuvieras molesto por algún motivo concreto. Aún si lo tuvieras, no parece ser
suficiente para tamaña reacción.
Tanto en una como en otra situación los demás quedan
sorprendidos. A veces están más habituados a vernos de mal humor, pero incluso
en esos momentos nos observan como si no nos reconocieran.
Se preguntan ¿qué le pasó? O ¿qué le ocurre?, o en el mejor
de los casos ¿Qué “bicho” le ha picado?. En realidad, ha ocurrido algo.
Creo, personalmente, que cuando una persona siente que posee
ese sentimiento de amor por los demás, cuando percibe ese deseo de ser bueno a
raíz del “plus” de amor que experimenta,
es porque ha recuperado su identidad. Sí, su identidad más honda. Ese amor que
siente por dentro es su verdadera identidad, la que tal vez estaba perdida y ha
recuperado. El amor nos dice quiénes somos y a qué estamos llamados.
El amor da identidad y misión en la vida. Otorga un sentido
a la propia existencia.
Cuando nos ocurre esto dejamos de compararnos con los demás.
Olvidamos o situamos los problemas en el lugar adecuado. Miramos a los demás con
mayor benevolencia y sin ánimo de exigir ni criticar nada. Es como si la
identidad recuperada nos ofreciera un nuevo modo de mirar a los demás y la
realidad, y comprenderlos.
En la escena que nos relata Lucas encontramos al Padre
revelando la identidad del Hijo; “Tú eres mi Hijo Amado”. En Jesús reconocemos
al Hijo de Dios. Es el Hijo amado de Dios. Y en Jesús, nosotros somos sus hijos
amados. Ésta es la identidad que no debemos olvidar o que necesitamos
recuperar.
Sin identidad, sin saber quiénes somos en realidad,
“vagamos” por este mundo sin destino.
“Vagamos” en las relaciones personales sin poder
comprometernos de verdad. “Vagamos” por
distintas carreras o trabajos, porque no sabemos qué queremos o qué buscamos. “Vagamos” como un perro sin dueño, sin casa y sin amor…
La fiesta del Bautismo de Jesús, es una invitación a
reflexionar sobre la propia identidad. Tu identidad es la ser amado por
Alguien. Eres amado por Dios, y en ello radica tu identidad y tu misión en la
vida. Aprender a amar a los demás.
Una personas sin identidad vaga en penumbras entre el origen
que no conoce y el destino que no encuentra.
Deja que Dios pronuncie sobre ti aquellas palabras que
revelo en el Jordán; “Tú eres mi hijo amado”. Siente sus palabras en ti y deja
que ellas inunden todo tu ser. Deja que el Amor te posea por completo. Y verás
cuán bello es vivir sabiendo quién eres y cuál es tu identidad.
P. Javier Rojas sj
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