El Espíritu ora en nosotros
Cuando el Espíritu establece su morada en el hombre, este no puede ya dejar de orar, porque el Espíritu no deja de orar en él: duerme o vele, la oración no cesa en él; como o beba, duerma o trabaje, el perfume de la oración exhala espontáneamente en su corazón. él no hace ya oración en horas determinadas, sino que ora en todo momento. También el silencio en él es oración, y los movimientos de su corazón son como una voz silenciosa y secreta que canta, canta para Dios.
Isaac de Nínive
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