«Sentimos que como cristianos estamos dispuestos a erradicar el mal de nuestro corazón y del entorno en el que vivimos, pero en muy pocas ocasiones nos planteamos si no somos nosotros mismos la causa de que el bien no se geste en nuestra vida. Creo que con mayor frecuencia somos más impedimento para que el bien crezca que para que el mal disminuya. En nuestras comunidades hay muchas personas dispuestas a colaborar en favor del Reino, pero me sorprende que en ocasiones cerca de esas personas "generosas" no crezca la hierba. Es contradictorio que deseando obrar conforme al evangelio, se llegue a veces a impedir que el bien crezca. Los propios "bienes" personales ahogan el bien más universal. ¿Qué suscita en tu corazón esta reflexión?.»
P. Javier Rojas sj

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