Decir tu nombre, María, 
es decir que la Pobreza 
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María, 
es decir que la Promesa 
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María, 
es decir que nuestra carne 
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María, 
es decir que el Reino viene 
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María, 
es decir junto a la Cruz 
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María, 
es decir que todo nombre 
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda suerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María, 
es decirte toda Suya, 
Causa de Nuestra Alegría
Pedro M. Casaldáliga

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