Señor, dame tu amor, que me haga perder mi “prudencia humana” y me impulse a arriesgarme a dar el salto, como san Pedro, para ir a ti: que no me hundiré mientras confíe en ti.  No quisiera oír: “hombre de poca fe ¿por qué dudaste?  Cuántos motivos teológicos, ascéticos, de prudencia humana, se levantan en mi espíritu y tratan de demostrarme “bajo apariencia de bien” con muchas razones humanas, que aquello que tú me inspiras y pides, es imprudente: una locura.  ¡Tú, Señor, según eso, fuiste “el más loco de los hombres”, pues inventaste esas insensatez de la cruz!  ¡Oh, Señor!: enséñame que esa insensatez es tu prudencia, y dame tal amor a tu Persona para que sea yo también otro loco como tú.
P. Pedro Arrupe SJ

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