En muchas ocasiones los que nos inquietan, no son los problemas en si mismos, sino los modos que tenemos de verlos.  Creemos que no los podremos enfrentar, que somos  débiles. Y no confiamos ni en nuestras propias fuerzas internas ni en la cercanía permanente de Dios…
Ante un problema concreto, una contrariedad o dificultad que debamos enfrentar hoy,  sería muy bueno que nos “visualicemos” caminando con Jesús, de su mano, en busca de la solución…
Pidamos la gracia de ver los problemas con Sus ojos, a los fines de entender que los obstáculos y las piedras del camino son “aprendizajes” de vida para acercarnos más al Señor.
@Ale

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