La oración de esta semana se basará en el verbo "Cooperar".
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Lucas 10,1
Co-operar es obrar-con. Cooperar implica obrar de tal modo que haya espacio para mi hermano, o mejor: de modo que haya espacio para ambos.
Lo contrario de la cooperación es la autosuficiencia, que empobrece a uno sin enriquecer al otro. De hecho, la sola falta de cooperación produce ya varios males:
1. Ineficiencia en la gestión de los recursos. Todos tenemos dones diferentes y eso es lo que hace maravillosa la obra de cooperar, porque cada uno aporta miradas diferentes sobre una misma realidad. 2. Repetición innecesaria de tareas. El autosuficiente no delega y muchas veces debe ejecutar las mismas tareas. 3. Envidia y competencia desleal. 4. Epidemia de murmuraciones y calumnias. El que “se corta solo” como comúnmente se dice, provoca todo tipo de malestares en los otros que desearían pero no pueden cooperar. 5. Desatención de los problemas esenciales. Es inevitable, cuando cada uno sólo quiere ocuparse de sus intereses, que poco se caiga en la cuenta de aquello que afecta a todos y que desde luego es racionalmente más importante que lo que tiene que ver sólo con algunos…
A la vista de estos males, surge espontánea la pregunta: cómo educarnos en una cultura de la cooperación?
Es importante que no se pierda nunca de vista esa maravilla que se llama el “bien común”. Piense en términos de “nosotros”. Pronto comprobará que un pensamiento así es contagioso. Esto vale para una amistad, pareja, iglesia…
No pretenda saberlo todo, ni resolverlo todo; no se presente como el gran redentor: usted . también necesita ayuda. Agradézcala entonces cuando le llegue y no pretenda decidir todo con autosuficiencia.
Sobre todo, no se fíe de sus solas fuerzas, especialmente si nota que el ambiente no se presta para muchas colaboraciones. Ore por sus compañeros, jefes y subalternos. Nunca deslinde su propio bien del futuro de su grupo, familia o empresa…Respete los tiempos de los otros…
Preguntas para el diálogo
1. ) Bajo qué criterios te decides a cooperar en algo y con alguien?
2. ) Te es fácil cooperar en las ideas de otros?
3. ) Quién (es) te han cooperado en tu vida, y en qué?
4. ) De qué forma cooperas en tu familia?
5. ) Cuál es tu concepto del cooperar?
6. ) En qué forma le cooperas a tus amigos?
7. ) Cómo y en qué te cooperan tus amigos?
8. ) Cómo crees que ha cooperado Dios en tu vida?
9. ) Dios necesitará de nuestra cooperación? Cómo puedes cooperar con Él?
Nosotros cooperamos con Cristo (2Cor 6,1) especialmente cuando trabajamos por el alimento que no perece (Jn 6,27), cuando trabajamos por la paz (Mt 5,9), por nuestra propia salvación (1Tes 1,3) y en general en las obras de aquel que envió a su Hijo (Jn 9,4), pues la gracia misma de Dios coopera con nosotros (1Cor 15,10) hasta que lleguemos al descanso en el que Cristo nos ha precedido (Heb 4,10; Ap 22,12).
“Todos, bajo palabras contradictorias, expresamos los mismos impulsos. Nos dividen los métodos, no los fines. Y vamos a la guerra los unos contra los otros en dirección de las mismas tierras prometidas”. A. S. Exupéry.
Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Lucas 10,1
Co-operar es obrar-con. Cooperar implica obrar de tal modo que haya espacio para mi hermano, o mejor: de modo que haya espacio para ambos.
Lo contrario de la cooperación es la autosuficiencia, que empobrece a uno sin enriquecer al otro. De hecho, la sola falta de cooperación produce ya varios males:
1. Ineficiencia en la gestión de los recursos. Todos tenemos dones diferentes y eso es lo que hace maravillosa la obra de cooperar, porque cada uno aporta miradas diferentes sobre una misma realidad. 2. Repetición innecesaria de tareas. El autosuficiente no delega y muchas veces debe ejecutar las mismas tareas. 3. Envidia y competencia desleal. 4. Epidemia de murmuraciones y calumnias. El que “se corta solo” como comúnmente se dice, provoca todo tipo de malestares en los otros que desearían pero no pueden cooperar. 5. Desatención de los problemas esenciales. Es inevitable, cuando cada uno sólo quiere ocuparse de sus intereses, que poco se caiga en la cuenta de aquello que afecta a todos y que desde luego es racionalmente más importante que lo que tiene que ver sólo con algunos…
A la vista de estos males, surge espontánea la pregunta: cómo educarnos en una cultura de la cooperación?
Es importante que no se pierda nunca de vista esa maravilla que se llama el “bien común”. Piense en términos de “nosotros”. Pronto comprobará que un pensamiento así es contagioso. Esto vale para una amistad, pareja, iglesia…
No pretenda saberlo todo, ni resolverlo todo; no se presente como el gran redentor: usted . también necesita ayuda. Agradézcala entonces cuando le llegue y no pretenda decidir todo con autosuficiencia.
Sobre todo, no se fíe de sus solas fuerzas, especialmente si nota que el ambiente no se presta para muchas colaboraciones. Ore por sus compañeros, jefes y subalternos. Nunca deslinde su propio bien del futuro de su grupo, familia o empresa…Respete los tiempos de los otros…
Preguntas para el diálogo
1. ) Bajo qué criterios te decides a cooperar en algo y con alguien?
2. ) Te es fácil cooperar en las ideas de otros?
3. ) Quién (es) te han cooperado en tu vida, y en qué?
4. ) De qué forma cooperas en tu familia?
5. ) Cuál es tu concepto del cooperar?
6. ) En qué forma le cooperas a tus amigos?
7. ) Cómo y en qué te cooperan tus amigos?
8. ) Cómo crees que ha cooperado Dios en tu vida?
9. ) Dios necesitará de nuestra cooperación? Cómo puedes cooperar con Él?
Nosotros cooperamos con Cristo (2Cor 6,1) especialmente cuando trabajamos por el alimento que no perece (Jn 6,27), cuando trabajamos por la paz (Mt 5,9), por nuestra propia salvación (1Tes 1,3) y en general en las obras de aquel que envió a su Hijo (Jn 9,4), pues la gracia misma de Dios coopera con nosotros (1Cor 15,10) hasta que lleguemos al descanso en el que Cristo nos ha precedido (Heb 4,10; Ap 22,12).
“Todos, bajo palabras contradictorias, expresamos los mismos impulsos. Nos dividen los métodos, no los fines. Y vamos a la guerra los unos contra los otros en dirección de las mismas tierras prometidas”. A. S. Exupéry.
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