Nace el Niño y las tinieblas se colman de luz. Hay calor de hogar y brisa suave. Hasta el firmamento destella colores nunca vistos. Los ángeles visten sus mejores galas y los hombres recobran la esperanza a pleno. 
Llega el Niño y el alma nos vibra como cuerdas de violín. Crecen las flores, el agua se vuelve cantarina y la luna resplandece. Nace el Niño y ya nada vuelve a ser como antes. Todo cobra sentido y el corazón estalla en gozo.
Somos un poco María, otro poco José y los pastorcitos... Testigos del Milagro. Asombrados del Amor.
©Ale Vallina

Comentarios