Ser Cireneos...
Hace ya unos años, una amiga que tiene alas en el corazón, escribió un pequeño texto sobre el Cireneo. Aquél hombre que ayudó a Jesús a cargar con su cruz en su camino al Calvario.
Recuerdo que cuando me lo leyó con su voz suave y pausada sentí una profunda emoción. Se trataba de una invitación a ser “pequeños Cireneos” en nuestra vida cotidiana. Una llamada a ayudar a otros a llevar sus cruces, sosteniendo al hermano caído y ayudándolo a levantarse.
Hoy volvió a mi memoria ese escrito y me cuestioné cuántas veces he sido un Cireneo para los demás. En cuántas ocasiones he asistido al hermano caído y he aliviado su dolor? O si por el contrario he caminado indiferente esquivando sus miradas tristes?
Aquel precioso texto hablaba de caminar al lado del sufriente. Del que injustamente es tratado, del pobre que vive en la miseria, del aturdido en una vida de mentiras, del enfermo y del que está en soledad.
Se trata de un ayudar a otros a llevar sus cruces con verdadero amor de hermano. Sin vanidades de “yo puedo más” y amorosa consciencia de que si todos somos hijos del mismo Padre merecemos un destino de felicidad, amor y justicia.
Cada uno desde nuestros lugares podemos ser Cireneos para otros. Comencemos por los que tenemos cerca…
Ale Vallina
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