En cuaresma nos acercamos al dolor, a la injusticia y al sufrimiento como en ningún otro momento del calendario litúrgico. Pero no podemos quedarnos eternizados allí. Es necesario, como con todos los dolores de nuestras vidas, que logremos darle una dimensión nueva que los resignifique. Es decir, sufrir con Cristo sufriente pero poder volver a la vida con Cristo resucitado. Ale Vallina
Entradas
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones

Los apóstoles se sintieron desde el primer momento seducidos por Jesús. Por su forma de ver la realidad y por su pensamiento renovador, profundamente humanista y basado en el amor incondicional del Padre a sus hijos. Los sedujo la energía de Jesús, sus convicciones y su afecto por los más pobres, afligidos y necesitados. Las características de los primeros seguidores de Jesús eran de las más diversas, como bien sabemos. Desde un Pedro impulsivo y enérgico hasta un Felipe tranquilo y voluntarioso, pasando por un Tomás incrédulo y un Juan agudo y lúcido. Los doce, muy distintos en sus personalidades y visiones de la realidad. Doce hombres, doce seguidores, doce hermanos… No eran personas cultas ni preparadas. En general eran rudos y de baja condición social…Pero fueron los elegidos del Señor…Fueron ellos los encargados de acompañar a Jesús en su vida pública, aprender junto a Él y conformar las primeras comunidades cristianas… Nosotros también somos lla...
El resplandor de la verdad
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones

« 28 Aconteció, como ocho días después de estas palabras, que tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. 29 Y mientras oraba, su rostro cambió de aspecto, y sus vestiduras se volvieron blancas y resplandecientes. 30 Y he aquí, dos hombres hablaban con él. Eran Moisés y Elías, 31 quienes aparecieron en gloria y hablaban de su partida, que él iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y los otros con él estaban cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a dos hombres que estaban con él. 33 Aconteció que, mientras aquéllos se apartaban de él, Pedro dijo a Jesús, sin saber lo que decía: --Maestro, nos es bueno estar aquí. Levantemos, pues, tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. 34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y les hizo sombra. Y ellos tuvieron temor cuando entraron en la nube....
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones

Adorar pausadamente nos va haciendo aligerar el corazón, liberar el flujo de la vida. Sólo adora el que es frágil, el que quiere abrir su desolación y su esperanza a los otros que también esperan, con sus propias heridas, una actitud nueva, a la vez que acogida y de rendición. Xavier Quinzà Lleó, sj
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones

La Eucaristía es el tesoro escondido en el campo de nuestra humanidad y de nuestra historia. Pero nos debemos preguntar con sinceridad: ¿lo hemos descubierto realmente?, ¿lo valoramos suficientemente en nuestro día a día? Pero, y sobre todo, ¿estamos dispuestos a venderlo todo para comprar ese campo? El secreto del ardor que necesitamos está en la eucaristía. La vida cristiana necesita recuperar sus fuerzas, conectar más y mejor con el manantial de energía y de vida que es el misterio de la entrega de Jesús. Nos hemos comprometido en anunciar el reinado de Dios, en sanar como Jesús lo hizo, en denunciar las injusticias como El, en liberar de cualquier poder opresor y dañino a nuestras hermanas y hermanos... Hemos hecho del seguimiento del Jesús pobre y humilde la marca de nuestra vida. Pero ¿para cuándo unirnos también a Él en el misterio de su entrega total para dar y comunicar la vida? Xavier Quinzà Lleó, sj
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones

Nuestra conversión <<real>> al Señor, por tanto, esa que se verifica en la vida y no exclusivamente en el pensamiento o en el deseo, incluye una creciente con-naturalidad de nuestra sensibilidad con la del Señor. Hasta entonces, todo está por ver ... No somos, sin más, ni lo que pensamos ni lo que deseamos, sino, más humildemente, lo que la vida real nos dice que somos. Un hombre o una mujer así, con-figurados con el Señor, tanto en su sensibilidad como en sus sentimientos, son un modelo de hombre o de mujer unificados. Son, sobre todo, un milagro. A ese hombre y a esa mujer se les va haciendo cada día más familiar el encuentro con Dios en todo: eso que constituye el requisito y la meta de toda espiritualidad apostólica. José A. García, sj